Dominante de fieras salvajes
Aceptaste vivir el infierno,
Calmaste los demonios que vivían ahí dentro
Sin saberlo, encantaste a la reina
De los tormentos,
De los aburrimientos,
Sometiste los miedos
Y acabaste con el torbellino de palabras,
De silencios, de destrucción, de laceración
Dominante,
Llegaste a incendiar el templo,
Y sigues sin apagar el fuego.
A apropiarte
De la piel inhabitable,
Amar el amor que había,
Y no el perfecto.
Tomaste el control de la leona,
Sin que dejara de ser una fiera,
Manejaste el camino de piedras
Y espinas,
Formaste una línea,
Entre las preguntas y las heridas.
Entre las respuestas y las cicatrices.
Creaste un refugio,
En los versos de aquel invierno,
Moldeaste el miedo,
Formando un valiente.
Y como Perséfone,
Creaste de aquel Enero,
Una primavera.