martes, 21 de enero de 2014

La nube

Este es la historia con la que llegue a una semifinal de escritura... Disfruten.


Se supone que no debo de hablar de esto, se supone que somos un secreto, cuentos nada más, pero necesito ayuda, todos aquí la necesitamos.
Hace unos meses una fuerza desconocida comenzó a acecharnos, a desaparecernos, acabar con la naturaleza y el mundo donde vivimos, algunos de nosotros han intentando lucharla, pero sólo logran ser absorbidos por esa cosa.
Yo logré escapar cuando atacó a mi clan, tuve que volar y acabar con mi energía y casi agotar mi luz, la parte más importante para todos nosotros, nuestro tesoro, pero una vez que la terminas, te conviertes un árbol, yo no puedo ser un árbol, tengo que ayudar a los míos.
Sé que puede que no creas que existo, es un poco difícil asimilar que seres como yo existimos, pero lo hacemos, pero si esa nube llega a cubrirnos, habremos desaparecido, para siempre.
Nunca pensé que vería el fin, nunca pensé que esto pasaría, había escuchado que en algún momento nos extinguiríamos y que sólo existiríamos en la memoria, en historias, en libros,  pero nunca creí que me tocaría verlo, al menos no tan joven.

Han pasado ya tres semanas desde que me escondí aquí, me he alimentado de las pocas hojas que encuentro en esta cueva, de vez en cuando salgo un poco para tomar el sol y alimentar mi luz, aunque estos días ha estado más nublado de lo normal, apenas si hay rayos para saciarme. Tengo que mantener viva mi luz, es lo más importante para mí, para nosotros, es lo que nos hace vivir, por eso no puedo estar sin el sol.
El bosque ha estado muy callado, las aves no han cantado desde el día antes de ayer, me preocupa eso. Me preocupan muchas cosas, cómo qué comeré si sigue nublado, o por qué se creó esa cosa traga hadas, de dónde salió. Mi abuela decía que si los seres que se hacen llamar “humanos” dejaran de creer en nosotros, nuestra existencia no tendría base alguna y simplemente desapareceríamos. No creo que eso sea cierto, hemos vivido aquí por más de 10,000 años y esa cosa negra sólo apareció para alimentarse de nosotros. Tengo miedo, todo está muy silencioso por aquí.
No sé por qué estoy escribiendo esto, espero que alguien lo lea, pero no se si haya alguien que llegue a tiempo para salvarnos, o que siquiera se tome el tiempo de hacerlo. No he escuchado noticias de nadie aún, los árboles susurran que aún hay más clanes vivos en el sur, aunque yo no los he sentido, ¿acaso seguirán vivos? O ¿seré la única sobreviviente?, debe haber alguien por ahí, escondidos como yo, algo en mí dice que no desapareceremos. Tal vez es sólo la esperanza.

Hoy no salió el sol, tengo hambre. La luz que tengo de reserva me ayuda a mantenerme caliente, pero se va a agotar pronto. Desde ayer no he escuchado a los árboles susurrar, ni las aves cantar, tengo miedo que esto se este llevando más que a las hadas, espero poder salir pronto de aquí y buscar ayuda.
Tengo que dejar de escribir, tengo miedo de que me haya encontrado…

lunes, 20 de enero de 2014

Él

Sus ojos, tan cafés que te hacen perderte en el momento en el que los ves, te succionan poco a poco, te roban tus pensamientos y se llevan con ellos tus actos de conciencia. Esos ojos, se meten debajo de tu piel, te llenan, te roban, te hipnotizan y por si fuera poco te hablan con verdad.
Esos labios que forman una curva graciosa cada vez que quieren besarte, que forman una línea recta cuando se molestan, que se pintan de rojo cuando estas cerca, esos labios que sin más me completan.

Recuerdo la primera vez que me fijé en esos ojos, la luz que atravesaba la pared de cristal chocaba con sus largas pestañas, resaltaba el café de su mirar y la forma tan firme en que me veía hacía estremecer todo mi ser. No dejaba de mirarme, no dejaba de hablarme, no dejaba de tomar mi mano. Y esos ojos seguían observando cada movimiento y gesto que hacía. Fue hermoso.

Ese mismo día, probé sus labios, suaves, como una bola de helado, carnosos... No quería, pero fue culpa de sus ojos, mirándome como si fuera la única mujer en el mundo, llevándose lejos mis pensamientos, dejando mi mente en blanco, logrando que me acercara a él, como si fuera un hechizo, una clase de imán, tal vez. Mis labios sabían a donde ir, mis ojos no perdían de vista los suyos, era como si supiera como moverme, como si mi cuerpo ya lo conociera, entonces, sin más me perdí en sus labios, en sus ojos, en él y nunca más regresé.